Cómo afectan los alimentos a nuestros órganos

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Llevar una dieta equilibrada y que aporte todos los nutrientes necesarios a nuestro organismo es importante. Los alimentos sencillos y frescos nos aportan vitalidadenergía y una salud óptima. Vamos a explicar uno de los pilares de la dietética china, basado en el sabor de los alimentos y cómo este influye en nuestro estado físico y psíquico.

Esta corriente de pensamiento parte de la relación que sostiene que los estados de ánimos se reflejan en cada órgano del cuerpo y estos a su vez, llevan asociado un sabor.  Así por ejemplo el hígado refleja la cólera y un sabor ácido, el corazón tiene que ver con la tristeza y su sabor sería el amargo. El pulmón está relacionado con la nostalgia y su sabor es el picante, el bazo reflejaría la obsesión y tiene un sabor dulce, o el riñón, asociado a los miedos, con un sabor salado.

Un cambio en los hábitos de alimentación e incluir el ejercicio en nuestra vida diaria, nos aseguraría que nuestros órganos estén saludables y frescos

Por ejemplo, no consumir alimentos dulces como son la zanahoria o la calabaza, nos hará tener un gran antojo de azúcar refinada para que el bazo se sienta satisfecho. Pero en vez de saciarlo y nutrirlo, potenciaremos las ganas de comer más y más dulce, generando un exceso de humedad interna, que se puede reflejar en piernas y cara con la aparición de edemas, sueño después de comer, cansancio crónico u heces blandas, entre otros síntomas.

Otro ejemplo muy claro es el hígado, pues una emoción de cólera retenida afecta al correcto funcionamiento del mismo, y también ciertos alimentos y bebidas, como las carnes grasas y el alcohol. Por ello las personas consumidoras de carne y alcohol sientan una gran ira y resentimiento.

Una buena manera de mantener este equilibrio en el organismo consiste en tomar cinco tipos de frutas y verduras al día, cada una de las cuales representa a uno de los cinco sabores.

Relación de alimentos con sabores y órganos

Salado – Riñones: Rabanitos, puerro, nabo, coliflor, pera, chirimoya, tofu (cocinado un poco, nunca crudo), yoghurt, queso fresco, mejillones, sésamo negro, aceitunas negras, salsa de soja, uva negra, dátiles, higos, pasas, ciruelas negras, champiñones, algas.

Ácido – Hígado: Frambuesas, ciruelas, melocotón, piña, kiwi, pomelo.

Dulce – Bazo: Todos los cereales, semillas de girasol (pipas), animales mamíferos y de río, plátano, melocotón, patata, zanahoria, sésamo blanco, garbanzos, alubias, boletus, espinaca, cerezas.

Amargo – Corazón: Achicoria, calabacines, té verde, apio, endivias, espárragos, alfalfa, lechuga, almendras, alcaparras, cacao, café, cebada, crisantemos, albaricoque, calabaza.

Picante – Pulmón: Cebolla, ajo, clavo aromático, chili, romero, menta, pimienta, jengibre.